Aprender a soltar

 


La virtud de soltar

No es fácil soltar, no es fácil dejar ir, ni terminar un ciclo o partir sin mirar atrás.

Me he aferrado tanto a una vida que me ha dado tantos matices, tantas sonrisas y tantas satisfacciones, que me es difícil imaginar una vida distinta. ¿Cómo dejas un mundo de color por un mundo gris? ¿Cómo haces para soltar la felicidad? ¿Te quedas viendo el mundo que dejaste atrás?

Las lágrimas ruedan por mis mejillas todos los días y busco entre recuerdos la persona que era o solía ser.

Pero no está.

He dado un paso importante después de dos o tres tropiezos. Y solté el globo con helio y lloré como de niña, mientras él se alejaba en el cielo.

Las almas sabías me susurran: "mira todo lo que has logrado, y se feliz porque fuiste el constructor de un gran y hermoso trabajo."

Los vaivenes de la vida me han traído este último tiempo más lágrimas que risas. Pero debo recorrer este camino, y aprender de él. Supongo que de eso se trata la vida. La felicidad no es eterna y radica en pequeños instantes que tenemos que atesorar como una bolsa de canicas cósmicas.

¿Pero y ahora?

Un salto al vacío...

La nada misma...

Pelear por la vida misma, por mí vida, por mí salud...

Tratar de correr del lado contrario al dolor y el yugo del olvido.

Si del olvido...

Las personas tristes son olvidadas... Están en el rincón gris que nadie quiere pisar.

Trato de no mirar el globo mientras se va. Trato de contener las lágrimas, mientras los niños me roban los caramelos de los reyes magos. Trato de volver a ser niña y olvidar que soy mujer.

Trato de soltar para reinventar mí historia, parchar si es necesario, sacudir la tierra de mis rodillas, secarme las lágrimas con las manos sucias y seguir.



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