Crónicas de días difíciles
Siento que mí vida se detuvo de pronto un día. Los cielos se detuvieron y el frío comenzó a gobernar mis huesos. Sin previo a viso quedé parada en el abismo. Atorada en una vida que no es la mía... O no lo era. Veo las pantomimas de mí vida pasada, como un retorno de una señal antigua captada por azar en el espacio y mis lágrimas buscan salir aún sin permiso. Me estoy consumiendo, me estoy desgastando, aún sin mover un músculo. El dolor continuo me tiene postrada, no hay fórmula, ni remedio para que pase. Se acercan oleas de musica a mis oídos y mí cuerpo sufre la desdicha de están anclado en la cama. Encorvado, buscando una posición para el dolor disminuya, aunque sea un poco... Era bailarina... maestra de danza... Hoy solo me consuela la ilusión de poder volver a dar clases...
Delgada y pálida me va consumiendo la tristeza, mí luz se ha apagado, ya no tengo ganas de sonreír... Mí vida tiene un perfecto vacío existencial. Ya no soy. Ya no vivo. Despertar es una tortura, caminar y andar por la vida sin otra cosa en la cabeza que el dolor está siendo mí prisión contante. Y la ilusión de dormir para que todo termine por unas horas es la meta del día. Jamás pensé pasar por esto en mí vida. Un momento en el cual debería estar al 100%. Con la vitalidad que siempre tuve. Tengo tantas cosas por hacer... Tengo tanto para dar... Seguir con mí carrera. Terminar mí casa, acompañar a mí familia para lo que necesiten...
Soy la menor, y soy la que debería estar parada más fuerte ante cualquier eventualidad... Y aquí estoy en la cama empapada en lágrimas de dolor, sin encontrar alivió y levantandome como un autómata, como un zombie arrastrando el cuerpo por la vida, tratando de sobrevivir un día más.
Crónicas de días difíciles.
Fibromialgia, crisis y periodo menstrual agudo.
El mundo aún sigue rodando...
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