Florecer por un día
Florecer por un día
No hay nada más hermoso que florecer... Aunque seas flor de un día, fugaz cómo un amanecer o atardecer. El vértigo sucumbe en caida libre y te precipitas a la vida como si volvieras a nacer. Sientes el corazón en los oídos como una música cantada por el viento. Todo vuelve a recobrar sentido, las conversaciones, las risas, el helado, las ganas de salir y piensas que todo lo malo terminó.
No hay más dolor...
Un emoliente, un respiro a tanto sacrificio. Aroma a menta y eucalipto en un té. Una sonrisa pasajera. Una fracción de tu vida que jamás supiste que valiera tanto. Eres feliz, un poco más de lo normal. Y haces planes para mañana, proyectas un poco más allá... Vuelves a ser un poco TÚ.
Te reconoces a ti misma, lo que eras y lo que querías ser...
Miras el camino perdido y te das cuenta que has construido otro paralelo, más lento a pico y pala.
El día está por terminar...
Sabes que mañana te marchitaras, o lo intuyes, eres un cactus entre las rosas, tu flor solo vive un día y luego el dolor retornará, todo se apagará.
Los ojos se llenan de lágrimas, te pierdes en las penumbras, apagas las luces y te quedas mirando como la vida gira, esperando otra primavera para volver a florecer aunque sea por un instante.
Florecer por un día, un brote de luz entre tanta oscuridad. Un efímero alivio del dolor.
Fibromialgia y dolor crónico.
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