Una noria
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Una noria Algunas veces el dolor se vuelve insoportable, como un sonido agudo que parte los tímpanos. Se endurece como el hielo, y fracciona en pedazos mí cuerpo desbastado. Otras veces el dolor es sordo y seco, pero no por ello menos molesto. Estoy intentando no decaer, no es fácil tratar de mantener la cordura en medio de la locura o las ganas de llorar. Por dentro tengo el filo de la angustia. Van pasando los días y me obligo a levantar, a comenzar el día, a transitar el dolor consciente. No puedo describir lo que siento, es tan grande que me devora por completo. Me arrastra hacia el desquicio insano y macabro. Lo peor de todo es que es una tortura fantasma desdibujada, retorcida y agobiante. Se amplifica con el correr de los días y me deja en la inconciencia absoluta de lo que mí alrededor ocurre. Está tan lejos la cura... Están tan lejos los sueños... La posibilidad se disuelve y se hace volátil... ¿Cuando? ¿Cómo? Todo ronda en una rueda gigante de un parque de divers...