La luz de mí madre
La luz de mí madre
Cuando una luz comienza a apagarse, es lento como tantas otras cosas. Pero no es algo menor. La tristeza invade como la expansión de una explosión. Comienzas a darte cuenta que ya las cosas no son como antes. Ya no hay besos de buenas noches, ni mates por la mañana. El olor a comida de mamá ya no está. Ella se está apagado como la luz de una estrella.Ya no tiene fuerzas, navega en su propio mundo y pensamientos. Se pierde en la desilusión.No puedo hacer más que verla. Ya no sonríe, no hace bromas. Delgada y con sus dolores acuesta no quiere ir a ningún lado. Su casa, su guarida, es el mejor lugar, aunque no tenga todo lo que necesita. Lamentablemente nos toco vivir juntas, las guerras del hambre y la necesidad. Su soledad está marcada como una cruz que decidió llevar hace mucho tiempo. Hoy su cuerpo pequeño pierde fuerzas, come porciones de pajarito y no escucha muy bien, aún que para ella le hablamos en susurros. Su vida ha sido de sufrimientos, la nuestra tampoco dista mucho. Su mundo se está empequeñeciendo, y un día se hará invisible. Hoy me desperté con su voz en mis oídos susurraba
-tengo una espina clavada, si ¡y me duele mucho!- como cuando le habla dulcemente a su hermosa compañera Galena. Una galga de gran estampa "la más pequeña de sus hijas" y que sin ella no puede vivir. Su mamá humana es su razón de existir. Quizás no entiende porque ahora está tanto en cama. Porque juega poco y la ve menos que antes.
Esa vos me dejó una espina en el corazón, cuando me levanté no había nadie, mamá dormía y la había sentido hablar...
Su debilidad la está consumiendo, los días le pasan en una distracción profunda y cada vez se aleja más. No hay forma de hacerla entender que debe comer más. Que debe ponerse fuerte, que una madre se necesita eternamente.
Que escabrosos han sido nuestras sendas. La miro y pienso en sus años... En su cansancio en su incomodidad con todo. ¿Cuál será el lugar correcto para que sea feliz?, En donde quedó aquella mujer cariñosa, en que rincones de la vida la perdimos y no nos dimos cuenta. Su soledad la ha marchitado, aunque diga que así quiere estar, las únicas a su lado somo sus dos hijas y nos aferramos a ella como lo más precioso que tenemos.
Allá voy a hora a buscar esa lucecita pequeña, que no quiero perder en esta impresionante tormenta.
Noor Yahann
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