La casa Winchester

 


La casa Winchester

Abres una puerta y dá a un precipicio,  ventanas tienen muros, habitaciones sin piso y escaleras que no llevan a ninguna parte. Así es la Casa Winchester... Un laberinto de locos, para espantar los fantasmas de la muerte.

Algo así estoy por dentro con laberintos que no conducen a ningún lado, puertas cerradas que no se si abrir. Recovecos insondable del dolor y un miedo sórdido cruzando entre los pasillos de mí mente. El día es noche, la noche día. Y alguien trabaja constante creando nuevas habitaciones absurdas, por la mañana aparece algo nuevo, un nuevo cuarto... Un nuevo y agudo síntoma.

Trato de regresar sobre mis pasos... ¿Donde voy?, donde me escondo de esta enfermedad de la que no puedo huir, de porque habita los lugares que hábito, porque calza mis zapatos y surca con ellos el andar de mis días. Es como esa casa la que nunca se termina, la que su dueña jamás dejó de construir porque temía a los fantasmas... Los fantasmas de la tragedia...

Mí cuerpo se ha perdido en los recovecos del dolor, cada día una habitación nueva de tortura, propia de la inquisición, un nuevo síntoma un nuevo dolor. Cada vez temo más salir... Cada vez me cuesta más hacerlo. Es como tírate al vacío sin paracaídas y dejar que pase lo que tenga que suceder. Una extraña ruleta rusa en la que jamás mueres, aunque pareciera que si. No sabes si te vas a sentir mal en medio de la calle y podrás soporta llegar a casa. No sabes si podrás llegar a destino o te quedarás en mitad de la acera tratando de reponer fuerzas. Tampoco sabes que síntoma te dará... ¿Cólicos? ¿Mareos? ¿vértigo? ¿Desmayos? ¿Dolor atroz? ¿Pondré caminar? Y un largo etcétera...

Y así nuevos síntomas, nuevos dolores, buenas, habitaciones que temo cruzar. Aún no sé cuál es el punto más crítico, aún no sé cuál es el siguiente cuarto, o la siguiente escalera o el próximo abismo. Y así a tientas en mí propia morada voy cruzando los pasillos de desvelo y el dolor

Fibromialgia y dolor crónico un laberinto de angustia y dolor.



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