Cuando el corazón se sale del pecho

 


A las puertas de mí pecho está mí corazón golpeando con fuerza. Quiere salir, abrirse camino ente la carne y los huesos. Batalla diariamente contra el quebranto que provoca el dolor en mí cuerpo. Lucha enajenado, para no perder la cordura. Sucumbe constantemente ante los picos de dolor. Se retuerce, se agita, y se angustia. Como un lobo solitario parece pelear en soledad contra un enemigo audaz. El cerebro está perdido, no encuentran sus conectores, está enredado en una maraña de cables que se desconectaron y ahora nada coincide como debería. Entonces, todo el resto del cuerpo sufre el estrés y marca el comienzo de una catarsis insuperable. Lentamente agonizo con cada punzada. El dolor arremete casi sin dar tregua. El temor se apodera de mí y quedo tendida en la cama inmóvil, pero viva. Aún late mí corazón adentro, aunque quiera escapar de este gran tormento. Golpea mí pecho aún sin aliento, lo siento moverse inquieto en una taquicardia veloz, como cuando un susto hace que tu pecho reciba una sobre dosis de miedo.

A merced de una tormenta, derivo diariamente una batalla, ¿Cuánto dolerá hoy? Los movimientos y la carga física aumentan mí dolor. ¿Caminar? Uff! Lo intento diariamente, no puedo hacerlo ni a cortas distancia, pero lo intento una y otra vez, aunque después sé cuál es el precio que debo pagar. Me resisto a quedarme en la cama, aunque aveces resulta necesario. Trato de no ser una carga, no puedo quedarme en la cama esperando a que me sirvan. Acabo de preparame una infusión de leche tibia con manzanilla... Todos duermen en casa. Quizás pueda hacer que mí cuerpo descanse un poco y pueda dormir un poco más.

Dolor crónico y Fibromialgia

Cuando el corazón se sale del pecho.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Aprender a soltar

Millerey

Bailé