La espera
La actividad física me parece demoledora, unos pasos y mí cuerpo no soportar el movimiento. La actividad activa mí dolor, por lo que trato de mantenerme quieta. Mí espíritu sin embargo es opuesto, activo dinámico. Mis ojos recorren el espacio en busca de algo para hacer. Trato de mover los pies y las piernas en la cama, como para no perder la movilidad, pero ello trae consigo el dolor nuevamente. La quietud, de todas formas no me ayuda, porque me está dando cada vez menos rango de movimiento.
¿Que hago? Quiero salir de aquí... Dar vueltas por la casa, jugar con mí gato, bailar, sentarme a dibujar, acompañar a mí madre mientras cocina. Quiero levantarme y ver el patio, aunque haga frío, ver las naranjas tomando color...
Tendida en la cama mis vértebras parecen soldadas entre si y el final de mí columna un conjunto sórdido de dolor complicado. ¿Porque complicado? Porque es confuso y abrumador, siempre es el mismo y en el mismo lugar... Son punzadas profundas, acompañadas de un retumbe, como si recién me hubieran dado un golpe y resuena como un guijarro en el estanque. Cómo si el dolor no cupiera en aquel espacio y necesitara más lugar y quisiera gobernar todo. Así que toma un poco más y sube a mis lumbares como una fiebre y se aposentar en una vértebra específica, como se allí, el dolor encontrara su descanso. "Su descanso", pero no el mío.
Miro el techo... No puedo hacer otra cosa... No puedo concentrarme en nada más...
Podría correr... Salir de prisa porque el micro me deja y tengo que dar clases... Podría estar limpiando mí salón para esperar a mis alumnas o simplemente, practicando para mí... Podría estar proyectando un nuevo escenario o un nuevo vestuario... Pero solo hay silencio. Los trofeos ganados están mudos en un estante. El espejo hace rato no ve mí silueta romper las moléculas de la música...Mis hojas aguardan a ser coloreadas...
Todo se detuvo como cuando detienes una película para seguir viéndola después...
El stop... ¿Y luego?
¿Que hay de mí vida después?
Las respuestas se hacen lentas, esperar los resultados de una resonancia parece tan lejana, aunque sólo falten apenas unos días. Es abrumador llevar a cuestas un dolor y que nadie sepa de dónde viene...
Me quiebro... En silencio y lloro en soledad... Después trato de hacerme la fuerte y a duras penas me levanto y trato de hacer algo... Lo que aguante, hasta que otra vez quiebren mis fuerzas y me sienta desmoronar...
No hay otra cosa que esperar, y seguir adelante
Dolor crónico y Fibromialgia
La espera.
Comentarios
Publicar un comentario