Laurel
“Laurel”
Apenas una inscripción en tu brazo quedó después del fuego. El infierno mismo se desató con furia, tragándose todo.
Quizás el mundo debía conocerte así. Quizás aquel día en que marcaste tu piel fue la antesala de cómo, al final, te conoceríamos todos. Una inscripción tan importante que dejó en ti una huella imborrable, una manera de identificarte, de reconocerte.
Y, sin embargo, detrás de todo ello también se esconde una muestra de abandono.
Sola, sin nadie que fuera por ti. Una huella de soledad tatuada en esa palabra: “Laurel”.
La soledad se hace presente. ¿A nadie le hiciste falta? ¿Era tan callada tu vida que nadie notó tu ausencia?
El mundo siguió girando después del fuego, después de la hora macabra. Y quedaste allí, perdida, sin nombre, ausente. Tal vez mañana alguien te llore, tal vez alguien te busque en los rincones más oscuros.
Tu vida es un reflejo de la dejadez social, del abandono fraternal. Revela un vacío en la sociedad, un punto oscuro que nunca termina de aclararse. Muestra cómo el olvido se ha vuelto parte del sistema, cómo alguien puede morir sin que nadie lo note.
Quizás pertenecías al bastión de insanos, de los relegados al olvido, aquellos a los que el tienen el alma rota.
Gracias a la inscripción en tu brazo podemos nombrarte, aunque no tengas rostro.
“Laurel”
Noor Yahann
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