La máquina de los desastres

 

La máquina de los desastres

Es como vivir el fin del mundo todos los días. La máquina de los desastres absorbe todo a su alrededor y, cual huracán, devora sin dejar nada en pie. Es capaz de la más atroz de las vejaciones: con dos palabras destruye tu mundo y te deja en la inconsciencia. O tan solo el silencio y la indiferencia queman los últimos vestigios de felicidad. La máquina de los desastres jamás deja nada en pie. Te destruye, te saca el aliento y las ganas de vivir. Sientes que nunca amanece y vives en una noche eterna. Vive de tus desdichas, come de tu soledad, bebe de tus lágrimas. No puedes hacer nada, tu boca está cocida con hilos de silencio. Y los golpes no son físicos sino emocionales. Juega con el rol perfecto de víctima y masilla tu autoestima hasta hacerla desaparecer. La máquina de los desastres lo gobierna todo: siempre, desde siempre y para siempre. Hasta piensas que es mejor morir que vivir. Es un fuego arrasador que todo lo consume y somos de papel. No hay orden, solo caos. Y no puedes hacer nada, porque hay un hilo rojo que te conecta y te arrastra al ojo del huracán, pero primero debes pasar la tormenta. Luego, en la calma, el despojo que queda eres tú misma. Pero te parchas y haces como que nada pasó. Tus huesos penden de un hilo y apenas puedes sujetarte. Y ahí vuelve a estar la máquina de los desastres, silenciosa, callada, peligrosa y mordaz, a punto de volver a estallar nuevamente. Así que caminas silenciosa, sigilosa, en el más profundo de los silencios. Te callas para no morir en el intento por vivir…

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Aprender a soltar

Millerey

Bailé