La vergüenza

 


La vergüenza

Allí estoy, sentenciada por buscar la felicidad, apuntada con el dedo, como la mala semilla que no germina. Allí estoy, sentenciada porque el mundo se enteró de mis desdichas, porque no pude contener las lágrimas. Soy la rebelde, la incurable, la vergüenza. Soy la que pierde el juego. La que debe callarse, la que debe agachar la cabeza. El mundo se ha enterado de mis desdichas y no soy digna de ningún apellido. Desheredada, soy la que ha roto el molde y la forma. Pero… ¿y el coraje? Nadie habla de la fuerza de vida, de la lucha diaria, del dolor constante. Nadie entiende por qué dije “NO” y seguí aguantando la desdicha. Y aquí, tendida sobre la cama, aún tengo el coraje de seguir con la vida. He mancillado mi nombre por dejar que alguien me ayude. He dejado que las tristezas salgan de mi pecho y ahora floten como globos en el aire. Abrí las puertas… Encendí la hoguera… Ahora, desde el claustro y desde la oscuridad, las sombras reclaman… El viento sacude con fuerza… Soy… Sí… soy quien, a pesar de todo, levanta la cabeza del barro.

Noor Yahann 



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