Conexiones digitales, corazones desconectados

 


Conexiones digitales, corazones desconectados

 Vivimos en un mundo donde todo parece reducirse a un like. Donde el afecto se mide con corazones digitales, donde la ausencia de apego y la falta de amor real se camuflan bajo filtros perfectos. Las redes sociales, ese universo que promete conexión, pero muchas veces solo entrega distancia.

 Entre niños, adolescentes y adultos, el impacto ya es visible: ansiedad por la aprobación, miedo a quedar afuera, soledad disfrazada de hiperactividad digital.

Los "odiadores" (haters) —esos que se escudan en pantallas para escupir ofensas— han convertido la violencia verbal en un deporte. Y los perfiles falsos se multiplican peligrosos, derivan en acusaciones dirigidas a personas equivocadas, identidades robadas, confusiones que pueden lastimar más que cualquier golpe físico.

 Todo se convierte en inmediatez. En un clic. En un comentario impulsivo. La realidad se evade y los lazos verdaderos se aflojan, como si ya no recordáramos cómo mirarnos a los ojos o cómo escuchar sin notificaciones de por medio.

 ¿Estamos viviendo en un mundo de fantasía o protagonizando una película de terror? Quizás sea hora de volver a sentir el calor humano, de reconstruir el lazo que ninguna pantalla podrá reemplazar.

 Escribo esto después de un tiempo, no suelo escribir las cosas de forma inmediata, pensar claramente y dejar que la situación se enfríe, para mí, es lo más correcto, pero hace un tiempo mí hermana tuvo que acudir a la comisaría por una supuesta denuncia de agresión a través de un perfil falso. ¿Que ocurrió?

"Alguien" con pocas agallas para decir lo que siente o simplemente por "ODIO", creo una cuenta falsa para denigrar a otro. ¿Y quién pensaron que fue? Mí hermana, quien no necesita de perfiles falsos si tiene que decir algo y quién no hace de su red social un circo. Sino un espacio serio y profesional.

Lamentablemente la persona que lo hizo la perjudicó a ella. Quien tuvo que comparecer en la comisaría por algo que no hizo. ¿De quien es el error?

¿Quien demanda por un comentario malicioso? ¿No es mejor hablar de frente y solucionar las cosas? ¿Y si pedimos los IP de las cuentas falsas que pasa? ¿A quién encontraríamos detras? 

Nuestro lema fue siempre un dicho muy viejo:

"A palabras necias oídos sordos"

Si no tenemos miedo de nuestras acciones, no hay porque preocuparnos por un "odiador" (haters) en redes sociales. Si esa persona no tiene la cara para darla, tampoco merece nuestra atención. Lamentablemente es algo que está ocurriendo muy seguido y muchas veces, "el otro lado" el odiador (haters) no tiene conciencia de la realidad y puede ocasionar un daño irreparable. ¿Cuántos suicidio adolescentes han habido por bullying en redes sociales?. 

Ahora también tenemos el otro lado: "las acusaciones equivocadas", ¿qué hacemos en ese caso? Porque entra en juego una tercera persona que también forma parte de ese maltrato social. Culpar a una persona inocente también es una forma de violencia. Y así vamos agrandando la rueda.

¿Y si hablamos del impacto emocional que genera, para una persona con Fibromialgia está situación?. El estrés provoca un agravamiento de los síntomas. Ello lleva a caer en una crisis profunda de la enfermedad y los síntomas se agudizan. Creo que este tema merece un artículo aparte.

Para terminar: un comentario dañino puede doler mucho, una acusación a un inocente también.

"Mide siete corta una"

Piensa antes de hablar y juzgar.

Fibromialgia y dolor crónico en un mundo digital perverso

Noor Yahann 



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